domingo, 23 de febrero de 2014

Visceralmente

¿Puedo vomitarte en la cara o te molesta?  le pregunté con una mirada, de cualquier forma iba a decirle lo repugnante que me parecía, como despertaba en mi esa sensación de revolverme las tripas de tal manera que también quería expulsar parte de ellas. De su boca salían extrañas legumbres infestadas por diminutos insectos que parecían nadar en su saliva. Olía demasiado artificial, era como de una sustancia pegajosa y suave a la vez. Me llenaba la cara con estupideces cuando hablaba y cada vez sentía más cerca mis jugos gástricos mezclados con bilis y algo más subir por mi esófago, cambiando mi temperatura corporal a menos cero. Traté de llenar mi mente con lindas imágenes clichés de meditaciones mundanas: montaña, lago, flores, maripositas, campo soleado...nada funcionaba, era en vano reprimir lo que me instinto me pedía a gritos!!! "vo mi tale! vo mi tale!" me decía. Otra vez las legumbres alienigenas se asomaban pero ahora desde sus orejas y me saludaban con caras raras, quise creer que nada de esto era cierto, podía ser que estuviese en medio de una de esas pesadillas que son tan "reales" o tal vez estuviese atrapada en una película de ciencia ficción pero no, mejor no hablar de ciertas cosas, estaba ahí en esa antesala mal decorada, ahí le sumaba una asquerosidad más que soporto por poco tiempo, ¿cómo alguien puede pintar las paredes de verde terapia intensiva?. Todo empeoró cuando empezó a comer el helado de frutilla, la baba se le escapaba por la comisura de los labios y se formaba un leve intento de marea rosada espumosa que succionaba de vez en cuando haciendo un sonido extraño. Mi helado de limón tal vez me calmaría las ganas pero creo me aporto la acidez necesaria que me faltaba para incurrir al hecho y hacerlo rápidamente como quien no quiere la cosa, me perecía una expresión bellamente simbólica y más directa que las palabras, entonces decidí soltarlo de una vez por todas.

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