lunes, 27 de abril de 2015

Compañera de camino

Pasó tanto tiempo desde el día en que nos conocimos que ya ni recuerdo cuándo ni cómo fue, sólo se que ella camina a mi lado y a veces, cuando giro mi cabeza, recuerdo su rostro de cansancio y aburrimiento, Tristeza no es nadie especial, al contrario es simple sencilla y común, va con la mirada perdida como muchas otras. Hubo días, amaneceres, aunque casi siempre fueron atardeceres, en donde se acercaba demasiado a mi, cuando quedaban en el aire flotando todas aquellos cuentos de magia inconclusos, ella me abrazaba y me obligaba a mirar atrás todo el tiempo, era insoportable, por lo que me dispuse a marcarle cierta distancia pero como nunca lo entendió aprovecha a agarrarme cuando estoy desprevenida. Es como si en alguna parte estuviésemos conectadas todo el tiempo, traté de evitarla de formas variadas, buenas y malas, pero sigue volviendo, quiero aceptar que puede estar por ahí, negarla siempre empeoró su estado de ánimo y es tan delicada que en seguida se convierte en Ira con quien prefiero no juntarme demasiado. Tristeza a veces es entorno grisaseo, a veces un par de ojos, una palabra, un rayo de sol entre lágrimas, una despedida que nunca existió, un abrazo helado, un dolor profundo y punzante...es mutante y adaptable a cada situación que le apetezca.