Encontré la postal que me escribiste una vez
cuando vivías en un planeta cercano al mío,
abrí un libro que nunca leo y ahí estaba,
ahí estabas vos con tus ojos de cielo eterno y mentiroso.
Pensé que ese mísero trozo de papel ya no existía
mi cobardía no me dejó tirarlo a la basura aquella vez,
imbecilmente decidí guardarte un poco más
por las dudas
sin pensar que te encontraría otra vez
y que todo seguiría igual
después de tanto cambio de estación
seguimos siendo lo mismo, nada
un puñado de sonrisas efímeras.
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